El patrimonio genético de la madre influye directamente durante el embarazo en el desarrollo normal del feto, y en particular del cerebro, lo que puede ayudar a comprender el autismo o el síndrome del intestino irritable, según un trabajo de investigadores franceses.
"Este descubrimiento tiene implicaciones para la comprensión del autismo, un problema de desarrollo, o del síndrome del intestino irritable, que afecta al 20% de la población francesa", aseguro Jacques Mallet, responsable del estudio, publicado por la revista de la Academia de Ciencias Estadounidense PNAS.
Durante la concepción de un niño, el padre y la madre transmiten cada uno una parte de su patrimonio genético. Pero este equipo científico ha descubierto una influencia de la progenitora sobre el feto independientemente de los genes que haya adquirido de sus padres.
Así, los investigadores han establecido "por Primera Vez" el papel crucial de la serotonina materna -que depende de sus propios genes- en el desarrollo fetal, en particular del cerebro, pero también del corazón y del tubo digestivo.
En los mamíferos nunca se ha detectado su producción por el propio embrión hasta el ultimo tercio de la gestación. El equipo de Mallet y Francine Cote, del centro Nacional de investigaciones científicas (CNRS) de Francia, acaba de demostrar que, en los primeros estudios embrionarios, esta sustancia proviene de la madre.
Para probarlo, recurrieron a ratas genéticamente modificadas, a algunas de las cuales se privo del gen tph 1, que genera el 95% de la serotonina que circula por la sangre. Posteriormente efectuaron cruces genéticos para la reproducción de los animales.
Los investigadores no descubrieron ninguna influencia del progenitor en estos procesos.
"Es el primer ejemplo en mamíferos de suplantación de un gen embrionario por un gen materno", subraya este equipo científico.
El comportamiento humano depende de la cantidad de luz que el cuerpo recibe por día. De esta manera se produce durante las estaciones menos soleadas (otoño e invierno) un aumento de la depresión y falta de estimulo sexual. Cuando llega la primavera y el verano, la serotonina se condiciona a la luz que recibe el organismo, lo que conlleva un aumento progresivo del bienestar y la felicidad con mayor estimulo sexual, producto de las concentraciones de este neurotransmisor en el cerebro.
Se podría decir que la serotonina es la hormona del placer y del humor. Según los estudios, para que se produzca la eyaculación u orgasmo, el hipotálamo libera Oxitocina a través de la hipófisis (hormona que segrega en la neurohipofisis y que también es responsable de las contracciones durante el parto).
Después de eyacular, aumenta considerablemente la cantidad de serotonina en el cerebro provocando un estado de placer y tranquilidad.
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