“El ser humano con autismo es un ser especial, por lo tanto, hay que tratarlo como tal”

“La educación no se dirige nunca a la masa sino a cada persona, en su fisonomía única e irrepetible” Juan Pablo II.

La educación integral de la persona con la condición de autismo, debe basarse en previos estudios científicos que revelen su identidad y sus características de desarrollo, que a veces son superiores, profundas o diferentes a las realidades de las personas sin autismo.
Los autistas son seres muy espirituales. A pesar de todos los desencadenantes metabólicos, neurológicos y conductuales del autismo, las personas con autismo están en el presente y en contacto con varios planos existenciales de vida o dimensiones diferentes a las personas sin autismo.
La educación por lo tanto de la persona con autismo, debe tomar en cuenta esto desde su génesis biológica. La integración de las personas con autismo a los ambientes educativos de las personas sin autismo, es lo más delicado, estresante y comprometedor en el manejo de este síndrome, si no tomamos en cuenta sus necesidades especiales y las de su entorno inmediato. Empezando por el entorno familiar, cuando hay hermanos, padres, abuelos o demás familiares que no aceptamos su condición (por ignorancia o frustración), o los tratamos como enfermos de por vida (por lo que le damos finalmente poder a lo genético, a la culpa, a lo metabólico) y nos rendimos al tratar de luchar contra un mal y no en darles lo que en realidad necesita la persona que nace con esta condición, así como focalizarnos en descubrir sus innatas o hereditarias capacidades. Digamos que esta falta de foco, finalmente nos aleja de nuestra propia convivencia con nuestros hijos, nietos o familiares que padecen de esta discapacidad social. Nos aislamos por no encontrar soluciones concretas, como lo es una educación integral y especial de las personas con autismo, familiares, maestros y comunidad. Por lo que he vivido con mi nieto con autismo, acompañando a mi hija a sus terapias y entrando en contacto con el mundo del autismo, como educadora jubilada y ya con casi mis ochenta años, me atrevería a afirmar que la educación de estos niños definitivamente debe apuntar hacia la comprensión de sus diferencias y a destacar su excelencia.
Según hombres de ciencia, médicos que se están avocando a estudiar este síndrome, los llamados “sabios autistas” presentan anomalías o lesiones cerebrales en su hemisferio izquierdo, provocando que el derecho se descompense y presenten un estrés generalizado en sus percepciones como ceguera, problemas auditivos, fallas en el habla, impulsividad, introspección, deficiencias mentales en algunas áreas y en otras, genialidades. Como dice el doctor Chopra “La mente de un genio es como una ventana abierta”. “Miremos por ella y dejemos que nos entre su luz”…como completa mi hija, la mamá de mi amado nieto adolescente con autismo.

Sarah Pérez. Abuela y pedagoga Fundelf.
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